La creciente ola de vigilancia policial mediante robots y drones puede parecer implacable o incluso inevitable. Pero el activismo, la defensa legislativa y la indignación pública pueden hacer mucho para proteger nuestra seguridad y libertad frente a estas tecnologías.
Este año comenzó con un informe que esclarecía el uso policial de los drones. ¿La respuesta? Por ahora no mucho. Una ley de Minnesota obliga a los departamentos de policía a informar de todas las veces que han desplegado drones y por qué motivo. Hemos sospechado que la policía tiene pocos usos claros, aparte de la vigilancia invasiva. El informe de Minnesota revela que los drones se utilizaron sobre todo con fines de entrenamiento.
Uno de los propósitos que Axon esperaba encontrar para los drones este año era detener a los tiradores en las escuelas. La empresa anunció que estaba desarrollando un dron con una pistola eléctrica montada para reducir a personas en situaciones peligrosas. La reacción fue inmediata. Tras la dimisión de la mayoría de los miembros de la junta ética de Axon, la empresa puso en pausa el proyecto.
En Oakland y en San Francisco, los activistas derrotaron los planes municipales de autorizar a la policía a utilizar la fuerza letal con robots teledirigidos. En Oakland, la policía pretendía utilizar un robot teledirigido con una arma automatizada. En Oakland, la policía pretendía utilizar un robot teledirigido. En San Francisco, tardó un poco más. Después de que la Junta de Supervisores votara 8 a 3 a favor de autorizar a la policía a utilizar robots equipados con bombas para desplegar una fuerza letal, una coalición dirigida por la EFF se movilizó. Al cabo de una semana, que incluyó una concentración y la atención de la prensa internacional, la Junta de Supervisores cambio de rumbo.
Por supuesto, ninguna lucha está ganada. Las empresas de robots siguen queriendo ganar dinero. La policía sigue queriendo enviar robots a hacer su trabajo. El Departamento de Seguridad Nacional aún tiene planes para hacer pruebas con robots cuadrupedos autónomos en la frontera estadounidense como parte de su masiva infraestructura de fronteriza vigilancia. Pero, con suficiente organización, presión y un poco de indignación, podemos resistir y, a menudo, ganar.