Este año entra en vigor en la UE una nueva legislación compleja y de gran alcance: Ley de Mercados Digitales (DMA), que representa una de las políticas tecnológicas más ambiciosas de la historia europea. No nos gusta todo lo que contiene, pero algunas de sus disposiciones son magníficas, porque centran los derechos de los usuarios de la tecnología, y lo hacen quitando parte del control que las plataformas ejercen sobre los usuarios y devolviendo ese control al público que confía en esas plataformas.
Nuestras partes favoritas de la DMA son las disposiciones sobre interoperabilidad. Las leyes de propiedad intelectual de la UE (y de EE.UU.) prácticamente han acabado con la honorable tradición de la interoperabilidad contradictoria: es decir, cuando usted puede alterar un servicio, programa o dispositivo que utiliza sin permiso de la empresa que lo fabricó. Ya se trate de reparar el coche con un mecánico de otro fabricante, utilizar tinta de otro fabricante en la impresora o elegir qué aplicaciones se ejecutan en el teléfono, la última palabra debe tenerla el usuario. Si una empresa quiere que utilices sus servicios oficiales, debe ofrecerte los mejores servicios al mejor precio, no utilizar la ley para obligarte a respetar su modelo de negocio.
Parece que la UE está de acuerdo con nosotros, al menos en esta cuestión. La DMA incluye varias disposiciones que obligan a las grandes empresas tecnológicas que controlan gran parte de nuestra vida en línea (también conocidas como "plataformas guardián") a ofrecer canales oficiales a los interoperadores. Es una gran idea, aunque, francamente, los legisladores también deberían restablecer el derecho de los manitas y hackers a aplicar ingeniería inversa a sus cosas y dejar que funcionen como quieran.
Una de estas disposiciones de interoperabilidad está dirigida a las tiendas de aplicaciones para dispositivos móviles. Ahora mismo, la única forma (legal) de instalar software en tu iPhone es a través de la App Store de Apple. Eso está bien, siempre y cuando confíes en Apple y pienses que están haciendo un gran trabajo, pero nadie es perfecto, e incluso si amas a Apple, no siempre lo harán bien - como cuando te dicen que no se te permite tener una aplicación que registra las muertes civiles producidas por ataques de drones norteamericanos o un juego que simula la vida en un taller clandestino, o un diccionario (porque tiene palabrotas!). La última palabra sobre las aplicaciones que utilizas en tu dispositivo debe ser tuya.
Por eso la UE ordenó a Apple que abriera los dispositivos iOS a las tiendas de aplicaciones de la competencia, algo que Apple se niega rotundamente a hacer. El «plan» de Apple para cumplir con la DMA es, digamos, muy deficiente (esto forma parte de una gran tradición de los gigantes tecnológicos estadounidenses de limpiarse el culo con las leyes de la UE que protegen a los europeos de la actividad depredadora, como los años que Facebook pasó ignorando las leyes de privacidad europeas, elaborando estúpidas teorías jurídicas para defender lo indefendible).
El plan de Apple para abrir la App Store es efectivamente imposible de utilizar para cualquier competidor, pero esto va doble para cualquiera que espere ofrecer software libre y de código abierto a los usuarios de iOS. Sin software libre (sistemas operativos como GNU/Linux, herramientas web como WordPress, lenguajes de programación como Rust y Python, etc.), Internet se detendría.
Nuestros queridos amigos de la Free Software Foundation Europe (FSFE) han presentado un importante escrito ante la Comisión Europea, se oponen formalmente al ridículo plan de Apple alegando que impide a los usuarios de iOS elegir software libre para sus dispositivos.
El escrito de la FSFE presenta una serie de argumentos legales, refutando las teorías interesadas de Apple sobre lo que realmente significa la DMA. La FSFE rechaza el manido argumento de Apple de que los derechos de autor y las patentes prevalecen sobre cualquier requisito de interoperabilidad. Los tribunales estadounidenses han sido inconsistentes en este tema, pero tenemos la esperanza de que el Tribunal de Justicia de la U.E. rechace la "baza de la propiedad intelectual". Aún más importante, la FSFE presenta argumentos morales y técnicos sobre la importancia de salvaguardar la autodeterminación tecnológica de los usuarios permitiéndoles elegir software libre, y sobre por qué esto es tan seguro -o más- que dar a Apple un derecho de veto sobre las opciones de software de sus clientes.
Apple afirma que, dado que se puede elegir mal software, no se debería poder elegir software, y punto. Afirman que si se permite la existencia de tiendas de aplicaciones competidoras, los usuarios no tendrán seguridad ni privacidad. No estamos de acuerdo - y también algunos de los más respetados en seguridad expertos del mundo.
Es cierto que Apple puede utilizar su poder sabiamente para asegurarse de que sólo eliges buen software. Pero también ha usado ese poder para atacar a sus usuarios, como en China, donde Apple bloqueó todas las herramientas de privacidad de los iPhones y luego neutralizó una herramienta utilizada para organizar protestas prodemocráticas.
Y no sólo en China. Apple ha cubrió el mundo con vallas publicitarias que celebraban su compromiso con la privacidad de sus usuarios y ha cumplido su promesa bloqueando la vigilancia de terceros (con 10 millones de lamentos de parte de Facebook). Pero justo en medio de todo eso, Apple también comenzó a espiar secretamente a los usuarios de iOS para alimentar su propia red de publicidad de vigilancia, y luego mintió al respecto..
Nadie es monedita de oro. Si confías en Apple para tu privacidad y seguridad, estupendo. Pero para la gente que no confía en que Apple tenga la última palabra - para la gente que valora la libertad del software, o la privacidad (de Apple), o la democracia (en China), los usuarios deberían tener la última palabra.
Nos complace ver que la UE elabora políticas tecnológicas que podemos respaldar, y agradecemos a nuestros amigos de la FSFE que pongan a Apple a prueba cuando se salta la ley.